Cuando alguien le pregunto al maestro Eduardo Galeano ¿de que sirve caminar hacia la utopía, si cada vez que uno da un paso hacia ella, ella da dos pasos hacia tras? el maestro respondió – para caminar-.
Cuanta sabiduría descrita en tan poco. Si no somos capaces de perseguir las utopías, de caminar hacia los sueños, no seremos capaces ni de amar, ni de sentir, no seremos capaces de disfrutar y saborear esas pequeñas cosa que hacen que la vida sea única y genial.
Cavafis explico que el viaje a Ítaca no consistía solo en llegar a esa tierra soñada, si no en demorarse en cada punto del camino, en saborear cada momento como si el mundo se fuera a esfumar de un instante a otro.
Vivir cada momento como si lo que pudiera pasar después, no importase .Como si nada tuviera sentido más allá de este momento.
Y aquí estamos tú y yo… acudiendo al trabajo entre bostezos y malas noticias, que nos brinda el periódico, o el recibo del banco.
Pasaran los días, y tendremos que aprender que los días nublados, son días que tendremos que solear con nuestros ojos, mirada a mirada.
Y que al doblar cada esquina podrás chocarte con tu futuro o con el amor de tu vida.Tendremos que creer que nuestros sueños abrazaran la brisa del nuevo día, tan tuyo, tan mío, tan de todos, tan para todos.
No hay alegría ajena, ni miseria por la que no luchar. No hay suspiro ni esfuerzo en vano. En cada grieta, cada poro de este mundo, podremos encontrar un sentido, una causa, unos ojos por los que luchar, un sueño que abrazar. Tendremos que aprender que somos capaces de volar si cerramos los ojos y le echamos imaginación, pero también sabremos que somos capaces de soñar despiertos y hacer nuestros sueños realidad.
Tal vez Ítaca este a la vuelta de la esquina.
Tal vez Ítaca sea tu clara mirada.